“La señora Dalloway decidió que ella misma
compraría las flores” (5). Con esta sencilla y cotidiana frase se da inicio a
una de las novelas de mayor trascendencia para el movimiento literario
anglosajón llamado Modernism. Este se
caracteriza por “el intento de expresar los sentimientos e ideas de los
personajes de manera verosímil” (Palomo 95). Esto se puede apreciar en la La Señora Dalloway, ya que el mundo que
en esta novela es representado es construido a través de la interioridad de sus
personajes, en esta tienen lugar sus pensamientos, sus anhelos, recuerdos,
entre otros. Con el fin de realizar lo anterior es que su autora, Virginia
Woolf, utiliza la técnica del stream of
consciousness, cuya verbalización recibe el nombre de monólogo interior. Es
posible afirmar entonces que la finalidad de esta novela es dar a conocer a
través de sus personajes la mentalidad, ideología y sucesos que podían
encontrarse en Inglaterra en la época de post-guerra (1925); y para ello es
empleado el monólogo interior. A continuación, se tratarán algunas de las
temáticas representadas por los personajes y como las características del
monólogo interior influyen en su narrativa.
Tal como se mencionaba, los personajes en
esta novela adquieren un rol fundamental, ya que ellos fijan tanto la temporalidad
como también las temáticas abordadas. Esto se puede indicar debido que dentro
del suceso principal que tiene lugar en la obra, esto es, que Clarissa dará una
fiesta, lo único que delimita el pasar de los demás acontecimientos durante el
día son las acciones que realizan los personajes, pero en mayor medida el
monólogo interno que tiene lugar en la consciencia de cada cual. Entre los
personajes que más se destacan es posible a nombrar a su protagonista Clarissa,
a Septimus, quien ha vuelto de la guerra, Peter Walsh, enamorado a su pesar de
la protagonista ya si bien ambos mantuvieron una relación esta lo rechazó
casándose con Richard, primer ministro; y Sally, amiga de ambos. Pero quienes
configuran la narrativa y suscitan el interés del presente ensayo son los
primeros, Clarissa y Septimus.
Ahora bien, adquiere importancia y resulta curioso
el hecho de que estos dos no se conociesen ni relacionaran nunca, el único
vínculo que se les puede adjudicar es el hecho de que ambos residen en Londres.
Pero las personalidades y pensamientos de ambos resultan bastante contrarios,
ya que Clarissa de alguna u otra manera ama la vida y se aferra a ella:
“Mientras cruzaba
Victoria Street, pensó que tontos somos. Sí, porque sólo Dios sabe porque la
amamos tanto, porque la vemos creándose, construyéndose alrededor de una,
revolviéndose, renaciendo de nuevo en cada instante (…). En los ojos de la
gente, en ir y venir y el ajetreo; en el griterío y el zumbido, los
automóviles, los autobuses, los camiones, los hombres-anuncio que arrastran los
pies y se balancean; las bandas de viento; los organillos; en el triunfo, en el
campanilleo y en el alto y extraño canto de un avión en lo alto, estaba lo que
ella amaba: la vida” (Woolf 6).
Mientras
ella mantiene sus pensamientos en la fiesta que dará a la noche y en los
personajes que han marcado de una u otra manera su vida con los que se
reencontrará, Septimus se encuentra sumido en un trastorno mental producto del
trauma que ha significado para él perder a su amigo en la guerra, el cual le
lleva a anhelar la muerte:
“De repente, Septimus
dijo: “Y ahora nos mataremos”, cuando estaban junto al río, y miró el río con
una expresión que Lucrezia había visto en sus ojos cuando junto a él pasaba un
tren o un autobús, una expresión de estar fascinado por algo… Pero en el camino
de regreso a casa estuvo perfectamente sereno, perfectamente razonable.
Discutía con ella la posibilidad de matarse los dos” (Woolf 53).
Se
constituyen entonces como opuestos, dos formas de enfrentarse a la vida, dos
temáticas diferentes que tienen lugar en el mismo Londres y en la misma época.
Por un lado, Clarissa representa aquella superficialidad, represión interna y
afán por mantener las apariencias que caracterizaban a la sociedad de aquel
entonces, puesto que prefirió casarse con un hombre de alto estrato a pesar de
que no despertaba en ella la misma pasión que con Peter sentía, con el afán de
mantener una buena imagen y status social. Este le recriminaba aquello, pues
por este motivo le había rechazado, “¡cómo la reñía! ¡Cómo discutían! Clarissa
se casaría con un primer Ministro y permanecería en pie en lo alto de una
escalinata; la perfecta dama de sociedad la llamó Peter (por esto lloró en su
dormitorio), tenía las hechuras de la perfecta dama de sociedad, decía Peter”
(8).
Por otro lado, Septimus representa una
temática distinta, la de la guerra y sus efectos, el daño irreparable que
sufrieron aquellos hombres que en ese entonces participaron de la guerra y una
sociedad entera. También se le puede adjudicar a este personaje la temática
compleja que es la locura, y cómo la psiquiatría no tiene la capacidad de dar
solución a estos problemas porque es algo complejo que en varias ocasiones va
más allá. Consiste entonces en una crítica a las instituciones mentales,
posible de distinguir a través de la figura del doctor Holmes, tal como es
posible apreciar en la siguiente cita: “No podía hablar con nadie, ni siquiera
con Septimus (…). Indicaba cobardía el que un hombre quisiera matarse, pero
Séptimus había luchado, era valiente. Ahora ya no era Septimus… Septimus era un
egoísta, todos los hombres lo son, Y no estaba enfermo. El doctor Holmes decía
que no tenía nada” (20). La locura de Septimus resultaba dañina tanto para él
como para Rezia, su esposa, quien, aunque intentaba convencerse del diagnóstico
del doctor Holmes dudaba debido a que ya no reconocía en su esposo al hombre
que este era antes de la guerra.
Es posible apreciar entonces que cada personaje
está inmerso en una problemática distinta, que cada cual tiene una manera
particular de ver la vida, más esto resulta posible gracias a la técnica
narrativa mencionada anteriormente: el monólogo interior. Y es que esta “busca
representar a través de palabras la complejidad de la psicología de los
personajes: como la psiquis misma, ese fluir no sigue un orden lógico, al
contrario, es una acumulación de imágenes, de sensaciones y de ideas que son
específicas de la forma de pensar de cada personaje” (Badenes 2). Por lo tanto,
se busca representar con la mayor naturalidad posible este fluir de la
consciencia propio de la mente del ser humano. Debido a esto no se respeta un
orden lógico al momento de escribir, lo cual Palomo indica como una de las
características del monólogo interior, “en el plano sintáctico son muy comunes
las abreviaciones y la carencia de conectividad. Por eso, los conectores
discursivos son mínimos o inexistentes… ya que no se trata de formular un texto
cohesionado, sino de todo lo contrario” (98). Esto puede distinguirse en la
siguiente cita:
“Esto es todo”,
dijo mientras miraba a la pescadería. “Esto es todo”, repitió deteniéndose un
instante ante el escaparate de una tienda de guantes en la que antes de la
guerra, cabía comprar guantes casi perfectos. Y su viejo tío William solía
decir que a las señoras se las conoce por sus zapatos y sus guantes. El tío
William, una mañana, en plena guerra, decidió quedarse en cama. Dijo: “Ya esto
harto”. Guantes y zapatos: ella sentía pasión por los guantes, pero su propia
hija Elizabeth, se mostraba indiferente, los guantes y los zapatos le
importaban un comino” (10).
Se
puede notar por un lado entonces la falta de conectividad entre una oración y
otra, y la existencia mínima de conectores, esto debido a que Clarissa se
encuentra pensando tanto en aquello que realiza en ese entonces como también
recordando hechos del pasado. Con ello la autora busca emular la conciencia
humana, que no necesariamente permanece estática en un solo pensamiento, sino
que es capaz de asociar varios a la vez e incluso recordar hechos del pasado
mientras piensa. Por otro lado, es preciso indicar también el hecho de que la
conversación presente en la cita tiene lugar en el interior de Clarissa, pues
esta no está contacto con nadie más. Se configura entonces como un monólogo
interno que tiene lugar en el personaje.
A modo de conclusión cabe resaltar las
características del monólogo interno que están presentes en la novela La Señora Dalloway, las cuales la dotan
de la posibilidad de acercar a los personajes a los lectores de tal forma que
estos puedan comprender sus pensamientos, historias, problemas etc. Que con
otro estilo narrativo no podrían ser delimitados a profundidad. Se puede
aceptar entonces el que esta técnica literaria permite que la autora pueda representar
a través de los personajes temáticas como la post-guerra y las secuelas que
dejó la guerra en la sociedad inglesa; la locura y sus complejidades, así como
también la ineficiencia a las instituciones mentales; y las características de
una sociedad, como el afán de querer mantener una imagen de estatus en la alta sociedad,
aunque para ello sea necesario reprimir el deseo amoroso. Es entonces esta
novela una forma de transmitir la mentalidad e ideología de una época,
específicamente aquella época en la que tuvo lugar la vida de la escritora
Virginia Woolf.
Bibliografía:
Badenes, Guillermo. El fluir de la consciencia y el fluir de la traducción. La reproducción del pensamiento en la traducción de novelas modernistas. Revista Academia (vol 10).
Palomo, Vanessa. El monólogo interior en dos fragmentos modernistas: The Waves y Ulysses. Revista forma (vol 02): 95-104, noviembre 2013.
Woolf, Virginia. La Señora Dalloway.
Bibliografía:
Badenes, Guillermo. El fluir de la consciencia y el fluir de la traducción. La reproducción del pensamiento en la traducción de novelas modernistas. Revista Academia (vol 10).
Palomo, Vanessa. El monólogo interior en dos fragmentos modernistas: The Waves y Ulysses. Revista forma (vol 02): 95-104, noviembre 2013.
Woolf, Virginia. La Señora Dalloway.